Hoy despierto en el segundo piso de mi casa. Hace 4 o 5 noches que no tengo ventanas porque las estamos arreglando entre varios de la casa. El ruido es insoportable en la habitación. Un niño susurra un alago a su madre en la vereda. El sonido retumba por las fachadas y se introduce en la habitación alterando la individuación en mi propio sueño. No puedo dormir aquí. En el segundo piso vive un hombre llamado Jens. En la reunión de consorcio de Abril se mencionó que Jens, el vecino que limpia las escalera, esta en el hospital. El hombre de cabello corto toma sol en la sicatriz de su pecho mientras desayunamos en el balcón. No sabe qué es lo que tiene. Le pregunté qué siente ahora que volvió a casa y me dijo calmadamente: Miedo a la Vida.

No sabe qué tiene. Los médicos no logran encontrar qué es lo que sucede. Jeans siente un profundo dolor, es físico, es palpable. El hombre no cree en los sistemas que manejan al mundo. Encuentro cada vez más personas con dolores similares. Me curé hace pocas semanas de mi condición gastrointestinal haciendo, con la guía de una electromagnetista y de la biodecodificación, luego de una desintoxicación extrema con MMS, que lo que tenía radicado en mí era: “Pancreas que no funciona = Miedo a vivir”. En cuanto sigo tratando este tema, mi cuerpo funciona.

El estado de autoconciencia utilizado en función del sistema productivista que se revela contra este uso toma cualquier organo y lo inutiliza llamando la anteción de su portador el cual, si posee algo de realidad auto-perseptiva podrá escuchar y atender como metodo de sanación. Estamos en un mundo donde la auto-percepción es duramente bastardeada por ejemplo en los casos en los que intentan resurgir naturalmente los géneros que también comprenden las otras flechas de la brujula del estado del ser humano. Cómo podrá el ser humano escuchar su propio miedo si ni siquiera puede asimilar esquinas de su propio género. Somos todos y cada uno un balance de muchas situaciones que en estado cambiante se mantienen dentro de un rango de variables. Si negamos los límites verdaderos de nuestras propias variables, suprimimos partes de nuestro ser y del Otro. Cada persona tiene diferentes límites, esto hace a su diferente forma. Auto-conocernos es esencial para la justicia del Otro. Incluir las minorías y las realidades que no comprendemos es esencial para el balance, porque todas nos llegarán tarde o temprano a la mesa. Es si no llegan que me preocuparía porque entonces “la normalidad” sería una norma que por autonomacia nos rige, y ya no la libertad.

Rousseau (1712 -1778), uno de los creadores de las ideas políticas de la Revolución Francesa, declamó que “la libertad de uno termina cuando comienza la libertad del otro”. El padre del estado de derecho y una persona en su vida privada muy cuestionada, aportó a la sociedad las bases para los nacionalismos que contornearon las “culturas” tal como las conocemos en el siglo XXI. Este limite del derecho me preocupa ¿Porqué el mismo pensador que enunció que la propiedad privada fue si bien el primer error cultural del hombre, reinstaura el límite en el espacio de la libertad y la voluntad? La sociedad que le sigue llevará los límites a lugares tan confinados de la mente humana, hasta sofocarla, deprimirla, ahogarla. Los países mas desarrollados tienen las tazas más altas de suicidio. Supongo que los límites son necesarios para Emile, pero pienso que será parte de, la más interesante de los estadíos de la maduración, aprender a dejarlos y saber vivir sin ellos.

Nos estamos sofocando al organizarnos como lo hacemos.

 

error: This content is protected - Protección de datos